Coach Ontológico, Cuántico y Transformacional

Autora Libro Asombrosamente

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Mi historia con la comida ha sido todo un cuento desde que tengo uso de razón. Tenía importantes trastornos alimenticios que pasaban por: solo comer chicharrón, papas fritas y galletas, también tener caprichos y escrúpulos excesivos con lo que comía, adicional, tener neofobia alimentaria que es la fobia a probar alimentos nuevos, y finalmente, el desarrollo de fobias específicas como la que desarrollé con el arroz. 

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Nunca llegué a consumir una sola verdura hasta mis 22 años. No sabía a que sabía la pizza, la hamburguesa o el pescado hasta después de mis 25, y estos son solo pocos ejemplos. 

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Mis hábitos alimenticios eran en definitiva absolutamente tóxicos. Por mucho tiempo intenté hacer cambios para aportarle más nutrientes a mi cuerpo, pero siempre fracasaba. Esto me hacía sentir triste y frustrada. Pasaba vergüenza en casas ajenas porque creían que no comía por cuidar mi figura. Sentía que no era lo suficiente y que no tenía autocontrol.

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Al iniciar mi proceso de transformación y comenzar a trabajar con mi mundo interior, encontré las herramientas para poder hacer cambios mentales y emocionales que me permitieron modificar todos estos patrones alimenticios, pero no desde la rigidez, no desde el miedo o la prohibición, no desde lo que para otro era bienestar. Fui escuchando a mi cuerpo, fui cambiando mi conversación interna sobre la comida en un proceso progresivo, compasivo y efectivo, en el que el amor propio y el replanteamiento de todo lo que nos vendió la sociedad, también fueron claves. 

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Pude darme cuenta de que mis hábitos no habían aparecido porque sí, tenían una raiz profunda. Heridas de mi infancia, mi relación con mamá, creencias subconscientes, eran realmente las que me llevaban a alimentarme como lo hacía. La falta de amor propio, una conducta en cierta medida autodestructiva (inconsciente) no me permitían hacer cambios por más que me lo propusiera. 

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Gracias a la sanación de mis heridas, a la programación neurolingüistica, a la atención plena y la reprogramación de mis creencias, hoy, puedo decir que he dado un salto cuántico en la manera como me alimento. ¡OJO! no me restrinjo, como las cosas que me gustan, me permito consentirme con lo que me fascina, pero comer con consciencia, con emociones y pensamientos diferentes y con el cambio de algunos hábitos, ha marcado una gran diferencia en mi relación con mi cuerpo, con los alimentos, y un gran cambio en mis niveles de energía y salud.

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